Francisco Villa

Gin tonic

Estaba allí en la barra, acomodada,
tomando su gin-tonic sin apuro;
me dio un deslumbramiento prematuro,
su cabellera negra y ondulada.

Noté un breve destello en su mirada,
perdida en algún punto entre lo oscuro;
y su sinuoso cuerpo, anhelo puro,
embelesaba al mundo como un hada.

Las luces, en sus curvas, se movían,
formaban claroscuros misteriosos;
cual rítmicas e hipnóticas señales,

que al rumbo de mis ojos dirigían
llamados solapados, lujuriosos,
que al fin me arrebataron los cabales.