Raúl Voltavayeros

ESPANTAPÁJAROS

ESPANTAPÁJAROS

 

Mientras vagan las horas en círculos,

los minutos danzan y los segundos…

¡sepa Dios qué cosas hacen los segundos!

yo estoy aquí, insomne,

clavado desde muy temprano

a la espera de las urracas,

de los bichos que vuelan

y se comen el maíz de las mazorcas,

las semillas de los surcos,

las palabras de la boca.

 

No es un oficio que le dijera qué bonito,

qué fácil, qué bien remunerado.

Es más bien una condena, una miseria,

un atentado contra la imaginación.

 

Pero alguien debe hacerlo (Ese soy yo).

Alguien debe ceder su vida.

Alguien debe poner las cosas en su lugar,

decirle a la gente

que es muy triste vivir de la pura ansia

y aguantar, esperando el referéndum

de todas las vicisitudes de la vida

para que al final y sin distinción,

el viejo cadáver humano

llegue donde llegan

la mayoría de las cosas muertas e inservibles,

incluido el pálido montón de huesos

que alguna vez nos sostuvo.

 

¡Por Lucifer! Se me ha metido un pájaro

dentro del pantalón...

Debe ser uno de esos críticos

pajarracos de El Mercurio

porque bate las alas

y lanza sus plumas

y ya no se mueve

presa de su aflicción.

 

*

Así es con este trabajito.

¿Qué se le va a hacer?

Otra cosa sería entregarles yo

una mentira tras otra,

dar pildoritas de esperanza a la gallada,

hacer poesía y creer que esta,

como algunos descriteriados creen,

tiene cierta validez, algún reconocimiento,

algún galardón y en consecuencia,

ciertos beneficios,

ciertos descuentos,

ciertas regalías a fin de mes...

¡Nada de eso! Solo estar aquí parado,

clavado, enhiesto,

medio hombre sujeto a las piernas,

sin libido ni sexo,

sin siquiera un pensamiento oscuro

que ofrecer.

 

*

Me han llamado monstruo.

Yo les contesto que los monstruos no existen

y que, de existir, tal vez,

bien haría yo de monstruo

porque de personita ¿para qué?

siendo que de monstruo,

en especial cuando uno quiere que le respeten,

resulta muy fácil y hasta lucrativo.

 

*

Ahora que lo pienso,

cuando di en escribir este libro

yo era un monstruo y un hombre

ocupando un mismo cuerpo,

por eso es que mi voz aparece distorsionada

con la estertórea melodía

de los monstruos y de los hombres,

la que en último caso

no puede ser llamada de toda la humanidad,

sino de mi completa persona.