Caramelo de Ricina

Avenida Independencia

¿Cómo voy a ganarle a la pena 

que la sentenció volátil?

Si no puedo embalsar la inseguridad 

cuando su sonrisa se desabrocha los botones; 

si me destiño y empequeñezco,

como ropa de feria tras el primer lavado, 

cuando sube al avión;

si mido un metro setenta y cuatro a su lado, 

y no alcanzo ni los dos centímetros

cuando duerme en Buenos Aires. 

 

El tiempo arrastra los pies 

mientras, 

como una danaide, 

intento llenar este vacío, 

hijo del miedo a perderla. 

 

Si un día deshabitara el amor, 

me sembraría en las ruinas

hasta su regreso

para que,

en lugar de cadáveres de paredes,

me encontrara primavera.

 

Se hace una con el café

y dos conmigo. 

Se devora todo el arte de la ciudad de un bocado y me mira 

de reojo,

sin confianza,

pero con fe.

 

Si supiera que 

le pediría que me comprima

hasta que se me mezclen todos los colores, 

hasta caber en una de sus comisuras, 

hasta volverme plastilina  

si tan solo no hubiera clientes.