Gonvedo

MARÍA (EL BAILE DE LOS ADIOSES)

Apenas una lasca de tu hueso

para sujetar mi carne,

tú que llevas en las entrañas mi dolor de niño.

Apenas una gota de tu sangre

para coser las heridas que en mi pecho se abrieron.

 

Cuando la noche cae tan cerca

nadie sabe que existo, tal vez me haya ido,

y tejo un último latido a deshora

que me abraza a tu mirada, y nada me reclama

sino tu voz que vuelve para inventar un nuevo día.

Ya no siento el beso helado de la noche,

que camina sobre cadáveres sin nombre

con los ojos a punto de florecer.

En silencio buscamos nuestros muertos,

pero sus rostros son los mismos.

 

A la sombra de los árboles,

los pájaros mueren de soledad.

Veo caer la lluvia y todo se vuelve más frágil,

y yo recuerdo, María, tu perfume de mujer

aún adolescente en el arrebol de tu sonrisa,

y bailabas con tímidos pasos de novia.

 

María no llegó de ningún otro lugar,

ella solo escribe cartas y baila con soldados.

Y volví a bailar contigo hasta estar solos de nuevo,

y entonces mi vida se detuvo,

y como en un sueño nos dijimos adiós,

y dejaste como una herida blanca

una rosa de invierno entre mis manos.

 

 

\"Pájaros de niebla\"   (2022)