Juan Rafael Mena

TRÍPTICO DEL TRÁNSITO

                       

 

                           I

 

La luz del hospital es mortecina.

Anochece por los alrededores.

Pesa el silencio por los corredores.

Larga la madrugada, se avecina.

 

                    Prepara el tiempo ya su guillotina.

Te asedian como tropa los temores.

Sucediéndose van los estertores.

Caronte hacia tu cama se encamina.

 

 

Y estás en soledad. Los tuyos, lejos.

Te picotean los recuerdos viejos.

Islote de dolor es tu agonía.

 

Viene a tu labio el Dios que rechazaste…

Pero, ese Dios, a quien jamás llamaste,

es, al final, tu sola compañía.

 

 

                    I   I

 

  A punto de partir para otro cielo,

y que no es ése que la mar refleja,

soy ola imaginaria que se aleja,

infinito es el mar, barca el anhelo.

 

Voy descorriendo el intrigante velo

de un misterio  que el miedo desmadeja…

                   Ya en la frontera, el estertor me deja

e hilvano una esperanza de consuelo.

 

                   Dejé la tierra, el mar y lo que he amado.

Ahora me siento solo y transterrado

en no sé qué estación desconocida.

 

                    Entro en un enigmático paisaje

hasta olvidar el último viaje

de donde vine, aquel ayer: la vida.

 

 

 

                     I  I  I

 

Mientras se pudra el cuerpo que yo era

o las cenizas que quedaran vuelen;

mientras los míos mi recuerdo velen,

reciente la partida que emprendiera,

 

                    ¿Qué haré yo mientras tanto por la esfera

de la que nadie ha vuelto, aunque la celen

la esperanza y la fe, y ellas revelen

otra vida: la vida verdadera?

 

¿Despertaré buscando a Dios, gozoso

lo que suba de mí, menesteroso

de ese puerto, final de la aventura?

 

¿Qué será Dios: Amor, Conocimiento,

o mano que nos da el merecimiento

de lo que aquí nuestro vivir procura?