Alberto Escobar

Estar a la altura...

 

Considero que un sustantivo sólo puede exigir un adjetivo; 
dos adjetivos para un único sustantivo está al alcance 
solo de un genio. 

—Isaak Babel.

 

 

 

 

 

 

 

Un genio es a la luz.
Un genio que no se extrae
de su mina y se limpia,
se le elimina la mena,
la impureza que le ensucia,
se le lava y solo después
—y solo en ese instante—
se le pone a la herida de un foco;
sólo en ese preciso segundero
será apreciada su genialidad.
Hasta que no llega esa asunción,
ese despertar de una dormición
silenciosa, no es dable estimar
los detalles, el milagro de su magia.
¿Cuántos genios han pasado sin pena
ni gloria, viviendo el frenesí de la musa
para sí, en el desconocimiento ambiente?
Un genio, como lo es un intelectual, un pintor,
un escritor —sea en cualquiera de sus facetas,
poeta, prosista, épico, epopéyico— es un título
social, un marchamo que la sociedad política
en la que está inscrito le cuelga del cuello
y le califica ante la vista del circunstante. 
Un genio —aunque en puridad o en esencia
lo sea— nunca va a ser sabido de tal índole
si no hay un respaldo de la masa, o tanto monta,
de las instituciones que reparten los carnets
y las etiquetas —a quienes poco le importa
la ontología del genio y sí su fenomenología.
Nadie de nosotros es capaz de calificar 
si no antes lo ha hecho el que se supone
que entiende. Es tal nuestra ignorancia general
que solo damos pábulo a nuestras intuiciones
cuando otro —a quien concedemos autoridad—
las consagra con su dictamen. 
De lo que sí entendemos es de sentir, pero no
de poner nombre a lo que sentimos.
Dalí no fue Dalí hasta que la tv —que sería el otro—
lo vistió de genio, dándole su sustancia primigenia,
oriunda, que ya venía con sus genes. 
Y qué decir de Gaudí —otro catalán—, muerto 
por el azar ferroviario en la más íntima pobreza
y después elevado a los altares —con él pude
entender al Stendhal de la Santa Croce. 
Antes de la conclusión voy a comprobar 
si soy un genio —Imposible perseguida meta—.
Me temo que esta combinación de sustantivo
y dos adjetivos no está a la altura exigida 
por el malogrado ruso que menciona el epígrafe.