El oso ha despertado de su falso letargo
inmenso poderoso con sus garras de espanto
esta malhumorado, más se presenta cauto
se pasea mostrando su fuerza a cada paso.
Con cautela se acerca, va bordeando el poblado
donde el hombre aun descansa tras el largo trabajo
vive el hombre seguro en su espacio sagrado
confía en otros hombres, sus presuntos hermanos.
El oso es sin dudas depredador graduado
Y en arte de atacar, nadie adelanta un paso,
es peligro inminente el que el hombre ha ignorado
será su perdición, ha quedado atrapado.
Con la rabia encendida sus garras destrozaron
ha bebido la sangre, los huesos triturados
no queda nada en pie se ha perdido el pasado
el futuro es moneda que no alcanzaba el pago.
Otros hombres aquellos, que creyó sus hermanos
huyeron al estruendo del ataque malvado y le dejaron solo
con la muerte danzando, para verlo morir, para verlo humillado
el abandono es muerte, es herida al costado por donde escapa el alma.
Mas los que se libraron esta vez, más cuidado, el Oso volverá
aun más fortalecido, astuto, preparado, ya probo de su sangre,
su fuerza ha valorado avanzara sin límites en su apetito insano,
para el no hay fronteras lo tiene comprobado.
De nada vale ahora tras el desastre, abrir puertas, refugios
una curita en mano, para tapar la herida que seguirá sangrando
un poco de alimentos algún techo prestado, que no es la solución
el Oso satisfecho, se sabe el cazador y el cuento no ha acabado.