jorge enrique mantilla

La leyenda del Silbón

La leyenda del Silbón

 

El Silbón es una leyenda espeluznante de los hermosos llanos orientales

Es un mito cargado de espantos y miedos atroces fantasmales

Es el arraigo de la historia de las llanuras y costumbres de anécdotas culturales

Se cree que pueden haber sido ciertas o cuentos fantasmagóricos irreales

Son leyendas de engendros y monstruos, que causan miedos sobrenaturales

 

Una noche de luna llena iban unos borrachos por unos humedales y caminos polvorientos

Venían de parranda alicorados, riéndose a carcajadas y muy contentos

Marchaban abrazados con varias mujerzuelas, que alegraban sus sentimientos

Iban de lado a lado por aquel camino estrecho al vaivén, tropezando en sus movimientos

Llegaron a una colina y de allí se divisa la llanura inmensa, donde han ocurrido actos violentos

En forma escurridiza se sentaron a despotricar de sus lánguidos sufrimientos

Un aire suave y apacible los rodeo quedando mudos en sus estremecimientos

Los más borrachos cayeron en un letargo idos y somnolientos

Los otros empezaron a rezar y a balbucear sus pecados y arrepentimientos

A lo lejos se empezó a escuchar un silbido melodioso de pentagrama de aquellos cuentos de encantamiento

Era un silbido de acordes de escala musical con aires siniestros, era el llamado de sus acercamientos

Era el mismísimo fantasma del Silbón que los acechaba de cerca en la algarabía de sus esparcimientos

 

Cuenta la historia en medio de sus habladurías, que quedaron escritas en aquellos libros de estantes, de casonas de grandes ventanales

Que hubo una vez, en aquellas llanuras llenas de verdor y matorrales

Una familia llanera de arraigos campesinos y del trabajo del ganado tradicionales

El hijo Silbón era soberbio, desobediente, borrachín y parrandero, de consentimientos maternales

Una noche huracanada tiró al piso la comida, vociferando insultos y babaza de soberbias irracionales

Pidiendo comer asaduras o vísceras del venado, que pastan en la llanura y sus arrabales

Salió furioso hacia las cantinas de mala muerte a pesar que soplaban vientos de vendavales

 

El padre de Silbón agarró la escopeta de fisto y el cuchillo, como aquellos expertos cazadores

Salió raudo cruzando ríos y morichales en busca del venado, temblando del cansancio de sus sudores

Hambriento y sediento regresaba a casa sin la presa, acusando sus horribles temores

Y por aquel camino estrecho, con la luz de la luna, se encontró con el hijo y sus silbos encantadores

Silbón venia hediondo en su borrachera y recriminó al padre lleno de odios, soberbias y rencores

Golpeo al padre tirándolo al piso, le disparó a pesar del ruego y de sus gritos desgarradores

Con el cuchillo abrió su vientre y sacó las vísceras, llevándolas como trofeo de vencedores

Llegó a la casona en medio de la oscuridad, donde lo esperaba la familia, con el ruego de sus clamores

Lo amarraron a un árbol y a latigazos rompieron su espalda sangrante, haciéndole ver el respeto por sus superiores

Le rociaron ají picante y sal en las heridas, retorciéndose, pidiendo clemencia por sus espeluznantes horrores

El abuelo lo maldijo por siempre hasta la eternidad y lo desterraron con el ahínco de sus rigores

Azuzaron al demoniaco perro tureco, que lo persiguiera con la pestilencia de sus hedores

Mordiéndole los talones con sus ladridos siniestros amenazadores

Silbón regreso con un costal por los huesos de su padre, con sudores y lamentos agotadores

Perdiéndose por siempre en la llanura espesa, convirtiéndose en leyenda de espantos aterradores

Dicen que es una sombra gigante, delgada y sombrero, que cruza la llanura con silbidos abrumadores

Lleva a cuestas un saco raído y harapiento con la osamenta, quejándose con alaridos de estruendo de sus dolores

Hace crujir los huesos y el ladrido de tureco, acechando la muerte con sus agonizantes temores

 

Esa noche de luna llena, divisó en la colina a los aventureros, parranderos y vagabundos

Se acrecentó su silbido y una sombra gigante y oscura los arropó en segundos

Les abrió el vientre y por el ombligo succionó el aguardiente y el guarapo de los borrachos moribundos

Cayeron en un letargo, pálidos e inertes en un sueño sepulcral profundo

El perro demoníaco ladraba sin parar y los olores eran apestosos y nauseabundos

Silbón hacia crujir los huesos de su padre, gritando y balbuceando soeces con estremecimientos furibundos

Y allí en la inmensa llanura empezó a amanecer y en la colina aparecieron varias cruces y la naturaleza resplandecía en un verde esplendoroso rotundo

 

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga febrero 17-2022

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La leyenda del Silbón

 

El Silbón es una leyenda espeluznante de los hermosos llanos orientales

Es un mito cargado de espantos y miedos atroces fantasmales

Es el arraigo de la historia de las llanuras y costumbres de anécdotas culturales

Se cree que pueden haber sido ciertas o cuentos fantasmagóricos irreales

Son leyendas de engendros y monstruos, que causan miedos sobrenaturales

 

Una noche de luna llena iban unos borrachos por unos humedales y caminos polvorientos

Venían de parranda alicorados, riéndose a carcajadas y muy contentos

Marchaban abrazados con varias mujerzuelas, que alegraban sus sentimientos

Iban de lado a lado por aquel camino estrecho al vaivén, tropezando en sus movimientos

Llegaron a una colina y de allí se divisa la llanura inmensa, donde han ocurrido actos violentos

En forma escurridiza se sentaron a despotricar de sus lánguidos sufrimientos

Un aire suave y apacible los rodeo quedando mudos en sus estremecimientos

Los más borrachos cayeron en un letargo idos y somnolientos

Los otros empezaron a rezar y a balbucear sus pecados y arrepentimientos

A lo lejos se empezó a escuchar un silbido melodioso de pentagrama de aquellos cuentos de encantamiento

Era un silbido de acordes de escala musical con aires siniestros, era el llamado de sus acercamientos

Era el mismísimo fantasma del Silbón que los acechaba de cerca en la algarabía de sus esparcimientos

 

Cuenta la historia en medio de sus habladurías, que quedaron escritas en aquellos libros de estantes, de casonas de grandes ventanales

Que hubo una vez, en aquellas llanuras llenas de verdor y matorrales

Una familia llanera de arraigos campesinos y del trabajo del ganado tradicionales

El hijo Silbón era soberbio, desobediente, borrachín y parrandero, de consentimientos maternales

Una noche huracanada tiró al piso la comida, vociferando insultos y babaza de soberbias irracionales

Pidiendo comer asaduras o vísceras del venado, que pastan en la llanura y sus arrabales

Salió furioso hacia las cantinas de mala muerte a pesar que soplaban vientos de vendavales

 

El padre de Silbón agarró la escopeta de fisto y el cuchillo, como aquellos expertos cazadores

Salió raudo cruzando ríos y morichales en busca del venado, temblando del cansancio de sus sudores

Hambriento y sediento regresaba a casa sin la presa, acusando sus horribles temores

Y por aquel camino estrecho, con la luz de la luna, se encontró con el hijo y sus silbos encantadores

Silbón venia hediondo en su borrachera y recriminó al padre lleno de odios, soberbias y rencores

Golpeo al padre tirándolo al piso, le disparó a pesar del ruego y de sus gritos desgarradores

Con el cuchillo abrió su vientre y sacó las vísceras, llevándolas como trofeo de vencedores

Llegó a la casona en medio de la oscuridad, donde lo esperaba la familia, con el ruego de sus clamores

Lo amarraron a un árbol y a latigazos rompieron su espalda sangrante, haciéndole ver el respeto por sus superiores

Le rociaron ají picante y sal en las heridas, retorciéndose, pidiendo clemencia por sus espeluznantes horrores

El abuelo lo maldijo por siempre hasta la eternidad y lo desterraron con el ahínco de sus rigores

Azuzaron al demoniaco perro tureco, que lo persiguiera con la pestilencia de sus hedores

Mordiéndole los talones con sus ladridos siniestros amenazadores

Silbón regreso con un costal por los huesos de su padre, con sudores y lamentos agotadores

Perdiéndose por siempre en la llanura espesa, convirtiéndose en leyenda de espantos aterradores

Dicen que es una sombra gigante, delgada y sombrero, que cruza la llanura con silbidos abrumadores

Lleva a cuestas un saco raído y harapiento con la osamenta, quejándose con alaridos de estruendo de sus dolores

Hace crujir los huesos y el ladrido de tureco, acechando la muerte con sus agonizantes temores

 

Esa noche de luna llena, divisó en la colina a los aventureros, parranderos y vagabundos

Se acrecentó su silbido y una sombra gigante y oscura los arropó en segundos

Les abrió el vientre y por el ombligo succionó el aguardiente y el guarapo de los borrachos moribundos

Cayeron en un letargo, pálidos e inertes en un sueño sepulcral profundo

El perro demoníaco ladraba sin parar y los olores eran apestosos y nauseabundos

Silbón hacia crujir los huesos de su padre, gritando y balbuceando soeces con estremecimientos furibundos

Y allí en la inmensa llanura empezó a amanecer y en la colina aparecieron varias cruces y la naturaleza resplandecía en un verde esplendoroso rotundo

 

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga febrero 17-2022