Mallez

A Wendy

Luce usted tan linda y callada

tan digna de la contemplación,

de la quietud y la ensoñación

como de una noche estrellada.

 

Sus ojos de eclipse de luna

dos guardianes nocturnos son

y del alma suya la expresión

como el suave arrullo de cuna.

 

En sus párpados plegados

cuando duerme están las montañas

por donde el sol de las mañanas

inquieta sus ojos cerrados.

 

Como un pedacito de cielo

en que se tiende como manto

descansa con sutil encanto

la oscura noche de su pelo.

 

Su boca que sabe hablar el bien

aparta todo el mal que existe

en el mundo al cual resiste

callada y sabiamente también.

 

De igual manera usted provoca

inquietud como el mar bravío

que alocan el sentido mío

sus ojos, su pelo y su boca.