Raiza N. Jiménez E.

De Corazonadas. -

Fue un amanecer de frío y de luz plena.

Era una aurora luminosa y, allí yo te vi,

te vi caminar hacia mí y, yo no lo creí;

es que mi vida ha sido una vil condena.

*-*

Quise aparentar que estaba muy serena,

por eso, al verte tan radiante me cohibí;

te fuiste, sin adiós, y una oración proferí.

Yo no sé cómo acabar con esa larga pena.

*-*

En cada amanecer me lleno de ilusiones,

me aparto de las penas que me aquejan,

con peticiones de vida y lindas canciones.

*-*

Le rezo a mi Dios y forjo mis contriciones.

En mi corazón penas y alegrías se reflejan;

él es sacro ataúd de mis fallidas emociones.