Betty Romero

El muro del poeta, (Pájaros azules)

Es súplica de plata la poesía del olvidado.

Una lanza atraviesa su pecho

y lo clava en la piedra de la realidad de cara al cielo.

La piedad de la ceniza lo sostiene.

Él necesita otro velo.

No se quiere dentro de la tiranía simulada

de un habitáculo del descanso eterno.

No se quiere debajo de la tierra.

Se quiere en los brazos de ese amor que se ha ido.

No de otro amor.

Las aspas del molino libran una batalla con el viento.

Su desdicha está dibujada en esa circular estela.

Su rebeldía se define como rosario de viento.

Su oración es tan solo la confesión de su tragedia

y otras veces el himno de sus victorias.

No desestimes al poeta.

Las lágrimas de sus ojos caen sobre el mundo

que sostiene en sus manos.

De su imaginación se proyecta la esencia

que mata o enamora.

El sol nace de su alma y fecunda llovizna de azahares.

Él habita en un muro donde se resguarda

de la sangre que retorna a la herida.

Cuando su beso se pierde en la nada, muere.

La muerte del poeta engrandece a la luna

porque sus cuencos llenos de misterios albergan muros.