Sebafel

Mirada de adiós

Pusiste tu desdén en las venas de mi alma
y me dejaste balbuciendo
el amor que aún ahora te siento.
Quedeme petrificado, demacrado, desahuciado.

Con esa altiva mirada de adiós
la pasión que por ti guardaba la pulverizaste,
extinguiste cualquier esperanza, 
Ya no eras mía.

Quise sostenerme para no precipitarme
a un abismo. Sórdido, pestilente, frío.
Pero todo fue grotescamente inútil

pues ahora que giras tu cabeza y te marchas
se disemina la tarde en mis ojos. Está lloviendo.
Y llueve en mi corazón.