El verano llega extremo, en este siglo de los combustibles, con su sumatoria de átomos mortíferos.
Las rosas se marchitan y los ruiseñores guardan silencio; él y todas las criaturas del Planeta, se deshidratan bajo el calor, intoxicadas y enloquecidas por los desechos de la civilización.
Los icebergs de los polos, se derriten como cera caliente. Las focas, las morsas y los pinguinos buscan territorios nuevos, mientras la mar se rebosa bajo la luna cálida.
El dios del viento, Eolo, ha perdido el dominio sobre las redes que lo atan.
El mar vomita sus muertos lentamente, mientras el Planeta muere por falta de oxígeno.
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***La contaminación no tiene fronteras. Cuidemos el Planeta-Casa de todos.
LNT©®Vanessa Tawer