Emilio Cabuyales

Jamás podré olvidar…

Jamás podré olvidar la materialización que tuvo mi querer hacia usted,
fue una bella rosa con la cual le pedí que sea mía,
y disculpe mi atrevimiento por aquel día,
haber bebido de su boca el dulce néctar de sus labios.

Sé que fue un atrevimiento al besarle,
pero el querer se me desbordaba del cuerpo
y no encontré palabras para ello.

Fue un impulso infame de mi mente, o quizá mi corazón;
mis labios morían por tocar los suyos,
no soporté más…
¡Tenía que hacerlo!
me fue inevitable no robar un beso de su boca
y poder probar el dulce aroma del néctar
que se esparcía en mis labios
y se impregna, hasta hoy en mi boca.