Carlos García Oliver

A LA MUJER QUE UN DÍA AMÉ

 

Escultura en mi soledad fuiste,
fémina de sobresalientes virtudes.
El antaño se consume como fuego,
al volver a encontrarme en tu recuerdo.

Verso escrito en madeja de oro,
sobre ese beso efímero en la distancia.
Como olas que atrapan las playas,
donde quedan dormidas y en calma.

Entre arrabales de poemas duermes,
como gitana que roba y se pierde.
El talle de tu flor aún deslumbra,
a estos ojos que sueñan bajo la luna.

Escultura en mi soledad fuiste 
y las golondrinas aún persisten.
A lo lejos hay cierta melancolía,
entre tú, tu aroma y esta epifanía.