Se me escapa la poesía con el roce
de mis dedos en tu piel
como un leve susurro
dibujando la cadencia de los versos
que nunca he escrito.
Hay tanto de mí en todo lo que amo
en cada cosa que miro
-como tú sabes que miro
las cosas que amo-
y me da tanto miedo mirarte
y que descubras
que no cabe tu sol en mi mirada.
Que el verde de mi paz
también está
hecho de fuego.
Me siento conmigo a oscuras
y acaricio mis heridas
como si no doliera
alimentar al animal hambriento
que habita en mi vacío.
Acunarlo en mis entrañas
para que se duerma
y no tener nunca más que volver
a mirar sus ojos.
Unos ojos que son los míos
capaces de incendiarlo todo
con solo respirar.
Quizá no puedo aceptar la idea
de que estamos hechos de olvido
y solo quiero incendiar
cada cosa que amo
morir en el incendio cada vez
morir en todo lo que vivo.
Amarte hasta que ya no quede
nada de mí
excepto tú
en este mundo.