alicia perez hernandez

Déjame...

Déjame...

Déjame estar en tú vida, la vida que me reste por vivir.

Déjame pensarme en tus ojos con deseos de poseerme,

Déjame ser tu fantasía en la desnudez de mi cuerpo,

y amanecer en tu lecho enredada en tus brazos llena de ti.

Déjame ser tu primer beso de la mañana y tomar el café en tú compañía.

Déjame ser quien en tu despertar encuentres siempre junto a ti.

Déjame vivirte, amarte, soñarte, pensarte y nunca dejar de amarte.

Déjame ser lo que otras no supieron ser en tu vida.

Déjame ir de tu mano por amplias avenidas de aparadores adornados.

Déjame ir a donde vayas, quedarme donde te quedes, y saber que somos solo uno.

Déjame acompañarte en tu última parada, ser yo quien cierre tus ojos...

y después morir, a un lado tuyo, porque el amor verdadero, es morir los dos.

Déjame amarte con descaro y vestirme con tus besos, quedarme en tu boca.

Déjame ser en tu vida, lo que tú, no has querido ser en la mía, aún te doy mi amor

a manos llenas, sin pedir nada a cambio. Déjame sentir tu piel en mi piel, una vez más.

Tú eres mi fantasía todas las noches, que mi piel respira y dice tú nombre. 

Siento bajar tus manos, por mi cadera, subir hasta mis pechos y allí te acunas

cómo un hermoso bebé que debo que alimentar.

Déjame Amarte Con El último Aliento De Mi Vida, Déjame Morir En Paz!!

No Dejes Que Me Lleve Este Amor A La Tumba, Te Pertenece!!

Siempre Has Sido Tú El Gran Amor De Mi Vida!!

DEJAME ESTAR JUNTO A TI LA VIDA QUE ME FALTA POR VIVIR!!

 

Alicia Pérez Hernández... México

No es la pluma la que escribe, es el alma 

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Yo pienso en ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.

En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.

Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.

Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.

Yo pienso en ti, de José Batres Montúfar