Pedro Javier Martin Pedros

A veces, solo hablan las manos

En ocasiones,

las palabras no dicen nada,

solo hablan las manos.

En ocasiones contadas,

las hojas muertas de los árboles escriben

canciones sobre el surco de mi espalda desnuda,

pero…

Los ángeles no conocen ese idioma

y terminan escondiéndose

en los troncos de los árboles

de hojas muertas.

Cuando esto  ocurre, me desposo

de insinuaciones  eróticas

disimuladas con frases conventuales

y levito mamando en los pechos de “mis universo”.

Existen deseos de caricias visuales que ocultamos

por miedo a los espejos rotos

de nuestras conciencias.

Hace algún tiempo desperté insomne

saboreando los recuerdos de un taxi

 transportándome hacia un balneario

en un hotel de tacones de agujas

y sedas transparentes.

Mi vida es hoy un nuevo reto de palabras furtivas

llenas de perfumes en el desierto de calles vacías.

Los recuerdos buscan versos en las yemas de mis dedos

con mensajes destellados de dulzura.