Alfredo Saez

-Llamaradas-

 

Llamaradas rojo bermellón, vistas lejanas  en el ocaso

de aquel tinto  y azabache horizonte ya no rectilíneo,

en medio de la brusquedad de los mecánicos motores

y esas frituras  tan cascabelinas del infernal foco ígneo.

 

El fuego estival y algunas torpes estratégicas barrenas

destacan  la lucha por asir las coníferas colinas de allá,

transversales de una desafinada sinfonía de sonoras sirenas,

ruta  pirómana  hacia el ardiente y tenebroso Montserrat.

 

Los aviones cisternas descargan sus acuáticos vientres,

los Bomberos desde tierra lanzan potentes chorros tupidos

 y clama  súplica al viento la luna misericorde  ¡”No entres”!

 que imperan las furias del iracundo azote a paisajes abolidos.

 

De repente, cadenas de oración y benditas lluvias fortuitas

atemperan aeróbicas y decisorias las intensas furias vulcánicas

y otra vez el agua zodiacal vence al fuego de las fogosas cuitas,

antiguo y apocalíptico desafío de misteriosas tendencias satánicas.

 

Ya vuelven exhaustos y tostados a cuarteles los hombres

tras lid de aleatorios testimonios, tórridos  de fortalezas,

arduo resumen del caliente manto de cenizas  sin nombres:

que el célere tiempo fertilizará nuevas, benéficas malezas.