Francisco 1987

Sus suertes estaban echadas

Postergar los recuerdos

antes de cerrar puertas flagrantes

viajar a ciudades sin nombre

en detrimento de azahares nórdicos... 

Juan no leyó un libro en su vida

al igual que David y Carmela

ellos estaban confiados a la suerte 

de la vírgen de Potosí... 

y en los exteriores de sus pensamientos

las bacterias ya se fermentaban junto

a sus miedos, 

era toda una desgracia

paraban siempre mareados y perdidos

como todas las ciudades de Sudamerica

no sabían lo que decían o hacían

andaban como autómatas

preocupados por dinero

y se olvidaban de leer novelas universales

sus suertes estaban echadas