Detrás de mis sueños, venían mis penas,
detrás de tus labios, cicuta mortal;
y fueron tus risas terribles cadenas
que ataron mi vida con saña letal.
Serían mi cárcel tus formas morenas,
tus ojos tan claros, abismo fatal;
y aquellas miradas, tan dulces, tan buenas,
altar de mentiras de diosa del mal.
Por eso en mis noches, que se hacen tan largas,
maldigo mi suerte, maldigo tu amor;
que fueron la copa cargada de hiel;
trayendo a mi vida las savias amargas
que causan tristezas que causan dolor;
nublando mis días, tu huella tan cruel.
Autor: Aníbal Rodríguez.