Juan E. Rôdeur

LA TRISTEZA DE SU MIRADA

De pronto la noche se ha quedado muda
-quizás duerme un poco con sus penas-
mientras tanto me hallo saboreando el amargo
de mis años idos acurrucado en mi lecho
-un impulso me llevó hacia la Natura
en pos de los aires de serenidad-

elevando mi vista reconocí
a la estrella que en otras noches
jugueteó con la luna
-se mostraba solitaria y nerviosa
como el botón de una flor
que quedó adherido en lo desolado
de un tronco sin gracia alguna-

al ver su luz mi corazón se trocó palpitante
pues era para mis ojos la beldad
de aquel lucero la misma de una doncella
-la mujer que aguarda el arribo de su amado
y que este al verla la carga recorriendo
las constelaciones para presumir su brillantez-

suspiré por aquel astro del cielo
y quise despojarme de mi materia
para incendiar a mis labios
con el fuego de sus labios
-mecerme en los lienzos que adornan
su cuerpo de luminosidad-
y entregarme a la estrella quise
como se entrega el amante en el arte de amar

fue el fresco de la noche
que me acarició el rostro
y viéndome la estrella
se mantuvo callada
y me dejó tan sólo
la tristeza de su mirada