Joseponce1978

El cementerio de PrĂ­piat

En abril de 1986, el reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl saltó por los aires, liberando a la atmósfera toneladas de material radiactivo(equiparable a 500 bombas de Hiroshima). Tras el accidente, se delimitó un area con un radio de varios kilómetros, denominada zona de exclusión, considerada inhabitable para las personas por sus elevados niveles de radiación. La ciudad de Prípiat se encuentra junto a la central nuclear, y sus 50.000 habitantes tuvieron que ser evacuados tras el accidente. Nadie podrá volver allí en los próximos 20.000 años, el tiempo estimado que tardará en desaparecer por completo el material radiactivo.

 

El cementerio de Prípiat

 

Hasta dentro de doscientos siglos

queda prohibido llevar flores

al cementerio de Prípiat.

 Veinte milenios sin ningún

candidato a pagar la cuota

de mantenimiento de nichos

porque nadie ocupará la vacante

de cobrador de mantenimiento.

Para entonces nadie sabrá

que allí hubo un cementerio

porque en el año veintidos mil

después de Cristo, nadie recordará

ni quien fue Cristo.

Hace veinte mil años vivíamos

en cuevas y dentro de otros

veinte mil, tal vez las cuevas

vivan dentro de nosotros.

Quizás una vez cada siglo,

una pareja de jóvenes,

espoleados por el morbo

de burlar la prohibición,

entren en un edificio de Prípiat

y hagan el amor

sobre polvo de cristal.

Se subirán a la azotea

y, haciéndose llamar Uranio y Plutonia,

fantasearan con una ciudad

entera para ellos solos,

pero no hablarán del cementerio.

En el transcurso de doscientos siglos,

en las telarañas ultravioletas

quedarán atrapadas muchas

luciérnagas de neón

y algún pájaro carpintero

conseguirá perforar el acero.

Las tormentas de rayos x

se sucederán radiografiándole

las raíces a unos abedules

que seguirán abriendo ventanas

con la punta de sus ramas.

La noria continuará girando

movida por vendavales radiactivos,

y tarde o temprano, sus pilares

cederán ante el peso del tiempo

y saldrá rodando en su intento

por salir de la zona de exclusión.

Lo consiga o no, terminará

bamboleando sobre su borde

como una moneda, y quedará

acostada para siempre, a la espera

de ser engullida por la tierra.

Incluso la fosilizada viruta

de las gomas de borrar

se habrá volatilizado

cuando pasen veinte mil años,

y los moradores del cementerio

seguirán soportando

las inclemencias

de una inhóspita eternidad.