EHUR OHR

VolvĂ­...

Volví…después de tanto tiempo,

miré sorprendido aquel paisaje desteñido…

con su alma salpicada de cemento,

panorama desolador de un escenario sin color, un gris mustio.

Tan distinto estaba todo…tan diferente.

Me envolvió un escalofrío pertinaz…

y me sentí impotente…

vagabundeando en los capítulos de mi pasado.

Observe el entorno…desconocido y frío…

despintado, deshabitado…como sin esencia.

Parecía otro lugar, otra ciudad, otro mundo.

El sol escondido…detrás, tibio…

ahora solo construía sombras.

Grandes casas en hilera… arrasaron la pradera.

Y las nubes en el cielo…parecían que corrían…

escapando con el viento de este hecho asfixiante.

El camino polvoriento se borró…lo cambiaron por asfalto.

Desapareció el zaguán de mi niñez…

y las pencas del sendero…fueron exterminadas…habían muerto.

Los grandes árboles…fueron talados…los habían extinguido.

Los perros ya no me ladran…se han puesto mansos…se ven aniñados.

¿Qué ha pasado?...

que sucedió en mi ausencia,

todos se han mudado…se han ido…

se mandaron a cambiar los viejos amigos.

Los vecinos se han marchado…se evaporaron.

Y a pesar de tanta bulla en el ambiente…

se respira un sentimiento de tristeza.

El contexto está cargado…como estresado, se siente pesado.

La nostalgia abrumante envuelve al sitio.

Nadie ríe,

caras extrañas con miradas perdidas…apurados…

van y vienen.

Amplias veredas apretadas de desconocidos

y nadie se reconoce…

ya nadie saluda,

perdieron la bondad de la palabra…nadie se habla,

caminan con apuro, tienen prisa.

Los autos abusan de sus bocinas…

despotrican de manera exagerada,

es de locos…¿Qué ha pasado?.

La vieja casa de mi infancia…entre tanto caos…

Sola,,, ahí había quedado…aislada,

como en un oasis de recuerdos,

como un baúl de quimeras añoradas.

El portón de roble ya no estaba…

una tranquera nueva lo remplaza…

se había desvanecido su magia.

Llegué a pensar que ya no era bienvenido.

Me detuve y dudé al entrar.

Cruce el portal y allí estaba…

mi padre sentado en su sillón de cuero…

junto a su ventana…leyendo su diario.

Alzó la mirada…y sonrió levemente…con una melancolía reprimida,

guardó silencio por un instante,

se levantó lentamente…y lo abracé tan fuerte que lloramos de alegría.

Que cosas tiene la vida…

siempre se vuelve, como última parada…

al lugar de tus mejores momentos,

siempre se vuelve al calor del hogar...

de donde jamás debimos habernos ido.