Juan E. Rôdeur

¡AY MI SOL!

¡Ay mi Sol!
¿Es ella oscura?
-no- es tan blanca como la nieve
y tiene los ojos de Eva
-tan atentos como cuando vió la manzana-
sus labios -cielos- sus labios
adsorbieron el néctar del fruto
del árbol del Edén
y ahora sus labios son más sabios
que los sabiondos del mundo

tiene de Venus los pechos
y las piernas: el porte todo
y hemos engendrado nuestro Eros
-galante con ojos de noche y labios de fuego-

ninguna reina de fábulas se equipara
por más grandeza y poder que tuviera
-han tenido todas ellas la mirada
que embelesa y asesina-

la amazona más rimbombante
y la guerrera más hábil de los semitas
-incluso la reina de los egipcios-
de sus ojos tomaron su brillo

lo oscuro que es más resplandeciente
que toda supernova en el universo
y lo claro que es más reluciente
que el azul del cielo sobre la tierra
-sus ojos tienen el fuego del cosmos
que ni los cofres de tesoros igualan-

la luz de su oscuridad es portadora
de un aura de divinidad que pinta
de alegría la amplitud de mi mediodía
y me recuerda a los ojos infantiles
cuando recién se despiertan por la mañana
-cuánta ternura hay en ellos
que hasta al Incubus enamoran-