ubik

PÁNICO A CIEGAS

Nos acoge 

la caricia en una sola mano,

con el cobre preso de la memoria

tiembla 

y nos cobija

la medicina de los adioses,

 

hasta la médula chillona 

de la ansiada piel

que nos diera forma

a ti y a mi

desbordados.

 

Pensamiento en ayunas incinerado

por el amargo aliento matinal,

que palpa la coraza 

de tu latido hervido,

en la herida del este 

plagada de estragos.

 

entonces Las palabras debieron encender 

que no quemar la semilla.

 

Inventario de los posos

que caminan en una sola dirección,

tu cara resuena sin rostro

que ocupar,

 

cuando me enjuicia 

la altura ofuscada del alma,

 

inasequible a otra razón 

que no sea la pintura 

de trazos gruesos,

navegables al odio

y los venenos proporcionados

durante la noche.