Como tatuaje quedó en mi memoria
cuando en mi lecho tu imagen flotaba;
cuando tu cuerpo feliz se entregaba
dando a mi vida la máxima gloria.
Ambos tejimos magnífica historia
donde tus ojos, pasión les manaba;
cuando la luna tu rostro alumbraba,
lleno de gracias, de amor y de euforia.
Fueron aquellos supremos instantes
cielos dorados con nubes de plata;
eran tus risas arpegios vibrantes
que parecían febril serenata;
que reflejaba deseos quemantes
plenos de fuego, con llama escarlata.
Autor: Aníbal Rodríguez.