Mi mayor tesoro es la vida
en medio de una pandemia,
que ha secuestrado a muchos
pero a mí me mantiene erguida.
Mi mayor tesoro es respirar
sin dificultad, prisa ni apremio,
porque del afán solo queda
mucho cansancio al suspirar.
Mi mayor tesoro es el perfume
de las flores en primavera y otoño,
mismas que desbordan sus hojas
impregnándonos con su desplume.
Mi mayor tesoro es el ruiseñor
con su diario canto matutino,
que alegra todos los corazones
hasta el de nuestro Monseñor.
Mi mayor tesoro es la sonrisa
de aquellos niños en el parque,
cuando se divierten entre sí
y en sus rostros sopla la brisa.
Mi mayor tesoro son los pasos
que me lleven a algún destino,
donde me esperen personas
cálidas que me den sus abrazos.