Ana Robledo

Días

Hay días en los que uno tiene permitido quebrarse más que en otros.

Dejé de sentir tus latidos, 
Cambié las náuseas de la mañana, 
Por el llanto de madrugada, 
Viví cambios en mi cuerpo, 
Me costumbre a la forma de tu ausencia,
Me convertí en un ente que no te contiene.
Traté de imaginarte siendo feliz, 
haciendo crecer la tierra... 
Nada me consuela, 
se me inundan los ojos de pensarte,
a veces, los cierro para imaginarte, 
Te puedo ver escondiendo alguna travesura, 
Tratando de tomar mi guitarra con tus pequeñas manos, 
Llenando mis lienzos de caritas felices, 
Tratando de ayudar a todo el mundo, 
Viéndote crecer e interesarte por los libros, 
Releyendo mi favorito, 
que pronto se convirtió en el tuyo, 
Presentándome a tu primer novia, 
Llorando en tu primer corazón roto, 
Recorriendo el mundo. 
Pero después tengo que regresar,
Volver a la realidad donde no te tengo,
La misma donde vi a tu pequeño cuerpo salir de mi sin estar listo, 
Conté cada uno de tus dedos,
Tenías 20, y una preciosa nariz, 
Un corazón pequeñito, pero con la fuerza de parar el mío cuando se detuvo. 
Tenías el tamaño de mi mano, pero pensabas tanto yaciendo frío en esa caja, que lograste partir mi alma en fragmentos tan pequeños. 
Pasaron 3 años, ya no lloro todos los días, 
Pero no pasa un minuto sin recordarte. 

Hay días en los que uno tiene permitido quebrarse más que en otros.