Un alfiler cuelga de mi.
Rudimentario, casi estupefacto.
Dormitar, casi fugaz.
Sin sentido es la palabra,
cuyo orígen no es desde la
espontaneidad de un cuerpo,
sino desde el zamarreo de un corazón.
Busquen en mi
el aserrín de sus corazas.
¡Señoras, señores!
No me miren así.
¡Perros, gatos, marranos!
No me chisten así.
No soy de aquí,
ni de allá,
ni de ningún lugar.
Mis manos son de tiza,
no tengo ninguna duda.
Tus piernas de pincel,
son las agujas de mi muerte.
Efímero, efímero, efímero.
¡Basta de encastrarme!
En este mundo no hay voces.
¡Basta de encasillarme!
En este mundo no hay rencores.
¿O sí?
Alfil, alfiler.
Dame tu placer,
por favor, alfil..
¡Alfiler!