Son las cinco y amanece,
penetra tras el cristal
esa luz del nuevo día
que el sol nos va a regalar.
Muy cerca en aquella alcoba,
esa cara angelical,
magnifica su belleza,
el resplandor celestial.
Se adivinan tras las sombras
sus ojos al despertar,
son dos luceros del alba
como un regalo al mirar.
Esa agradable sonrisa
que observo tras el umbral,
comienza a ser mi alegría,
es mi energía vital.
Sus enredados cabellos
acariciando la almohada,
son trinos de ruiseñores
que alegran la madrugada.
Classman