Hermes Antonio Varillas Labrador

\"El piélago te pone la piel como carne de gallina\"

 

Todo niño es un artista y confía ciegamente en su talento, pues no tiene miedo a equivocarse. Luego se va haciendo adulto al aprender en la escuela de la vida que existe el error y que hay que avergonzarse de él.

 

Recuerdo casi en mi edad de adolescente, ya había leído para ese entonces “La Odisea”, año 1973 y perdonen la distancia, a los 14 años de edad que sin tener conocimiento hacia donde nos dirigíamos, solo mi extinto tío Luís quien conducía, íbamos hacía el puerto de La Ceiba al sur del lago de Maracaibo.

La gran sorpresa cuando llegamos al destino, no conocía el mar, fue algo impactante, mi tío tal vez ignoraba ese detalle. Me bajé del auto desconcertado y con pánico; mientras él hacía algunas diligencias, yo me acerqué al puerto y poco a poco fui tomándole el pulso a ese paisaje tan espectacular que increíblemente veían mis ojos y que de la emoción casi se me salía el corazón por la boca.

Para dejar registro de tal evento, cuando llegamos a Valera, lugar de residencia en mis años de estudiante en mi adolescencia, en la Plata III; compuse mi primer poema a esa hermosa e inesperada experiencia que consideré como una aventura.

Recuerdo que lo titulé:

\"El piélago te pone la piel como carne de gallina\"

Guardo entre mis más caros archivos y en mi mente como letras de fuego mis primeras líneas de novicio poeta en una especie de octava.

 

De un viaje sin saber un destino cierto

solo me queda escribir estas líneas,

Dios hace y ofrece sus maravillas

hoy les cuento que conocí un puerto.

Está ubicado al sur del caluroso lago

el puerto de la Ceiba es su nombre,

por vez primera es cosa que asombre

el toparte con el inmenso piélago.

 

Escribí luego algunas décimas e intenté participar en un concurso de poemas. La no aceptación de mis letras por parte del jurado, hicieron que desistiera de dedicarme a esta hermosa labor desde pequeño, hoy supongo que por algo ocurren las cosas y de esa frustración por considerarle un error, mi niño interior, ya en mi periplo como docente jubilado, supo superar el trauma y mostrar todo un arsenal de versos guardados por muchos años como ese inmenso mar de agua que en mi ya superada infancia se mezclaba en mi mente y mis recuerdos con los viajes de un Ulises por las páginas de tan persistente labor y empeño por retornar a su Ítaca...