Walter Brunini

Barriletes

Tracemos un camino recto a la fantasía;
promulguemos la revolución de la alegoría;
pongamos como único Dios la energía;
vivamos el aire, el agua y la danza.

Hago un culto a la confianza, que me da tu mirada;
porque con ella me dices que el oro no vale nada;
los billetes son papeles pintados; los diamantes meras piedras;
que más vale un abrazo sincero, que una caja fuerte llena.

Hagamos barriletes, si es posible, de colores;
juguemos con el viento; quitémonos las ataduras;
marchemos descalzos; sembremos jardines;
miremos en silencio la puesta del sol.

Ahuyentemos el miedo, que atenta contra la felicidad;
dejemos que el resto, no sea más que el resto.
Andemos conformes con lo puesto; aprendamos del tiempo,
que no mira atrás, en su afán de movimiento.

Tomo tu alma, como espejo; tu calma como alimento;
porque te creo cuando me dices, que en lo simple está la verdad;
que detrás de un sí, solo hay un sí; que después de un no; sigue otro no.
Que una mano sobre otra mano, dice más que un diccionario.

Seamos humanos, con lo que nos hace naturales;
expresémonos como iguales, pensamientos espontáneos.
Hagamos que el otro se sienta cómodo en su esencia;
démosle alas a la imaginación; volvamos a vivir en la inocencia.

Tomemos fuerte el cordel, corramos contra el viento;
que levanten vuelo los barriletes; eleven con ellos los colores;
sean extensión de nuestros cuerpos; la prolongación del espíritu;
que clara esté la intención, de acercarnos al sol.

Hablemos en voz alta, exageremos nuestros gestos;
olvidemos, siquiera un instante, del nombre que nos han dado;
declarémonos libres de prejuicios; hagamos caminos andando;
que demasiado tiempo hemos perdido, haciendo caso a los mandatos.

Aquí tienes tu cordel, caña y papel.
Haz un barrilete y échalo a volar.