Ben-.

A patadas con los lugareƱos!-.

De cordillera en cordillera,

trastornando los hábitos de los lugareños,

obsequiándoles con mi canto de urogallo en celo,

propinándoles patadas en el trasero,

testículos y otras orondas partes, formando

latinajos y quebrantando la fronda hasta esquilmarla.

Con voz de hombre cazurro

de voz de pelo en pecho, pelambre metafísica

que arriesga su hirsuta cabellera hasta

la decimonovena parte, espaciosamente

perturbado, yo, hijo de bárbaros y desapasionados,

emito mis propios decretos, y conservo la luna

como en un guante. Gusanos de seda

e inveterados secuaces de los latidos,

gallos de pelea o combate en los acuarios,

mosaicos de teselas investigadas por agentes disfrazados,

y esa decimotercera parte de las novelas de folletín.

Oh mansedumbre de los espliegos, y esos iris falsos

que manosean los verdugos.

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