D. Méndez

Matar un sentimiento

Mató a la persona que más odiaba en el mundo, pero no murió porque las balas no atravesaban espejos.

porque cada vez que atravesó el cuchillo en el pecho, era ella misma desangrándose.

Era su yo interior, su yo negativo,
un ser que a pesar de ser abominable, era esencial e inherente, un cúmulo de pensamientos y sentimientos.