Alberto Diago

LA GITANA Y MI MANO

La gitana un día se acercó cantando,

me pidió le diera con amor mi mano,

para ella leer allí mi destino,

predecir mis alegrías

o mi tiempo sombrío.

La gitana un día se acercó cantando,

le brindé mi mano, mas le pedí... callase:

\"Para qué he de conocer de mi incierto futuro,

si de antemano sé que este mundo es duro.

No quiero saber si mis preciados amores

traicionarán a escondidas mi amor sincero.

No quiero conocer si la mujer que quiero

se ríe, a diario, de mi inocencia ciega;

¡el ignorar que miente... me permite amarla!

No quiero descubrir que mis hijos, un día,

se burlarán del viejo que les dio la vida;

no quiero anticipar que a los desvelos míos,

mis hijos pagarán con un cruel olvido.

Yo quiero más bien... gitana,

aferrarme al mañana;

soñar que la vida es bella y...

que mi mujer no me engaña.

Imaginar a unos hijos... tristes,

porque su padre se ha ido;

y que la muerte acabó mi vida,

mas nunca nuestro cariño.

Vete pues gitana, vete pues... cantando.\"

 

La gitana entonces... ¡se alejó llorando!

 

xE.C.