Te quiero más que a ti...
y más que a tus caricias y tus besos,
incluso que a la curva de tu espalda.
Y más que a tu figura en el espejo,
que un día cambiará... ¡y no me importa!
porque eres más que eso.
Te quiero... ¡Porque sí!...
Estás, sin condición, en mis momentos
a pesar de que no me necesitas.
Y es que ambos comprendemos
de la sinceridad, de sólo amarnos
sin buscar ni un motivo ni un pretexto.
Hoy te digo mirándote a los ojos
que tú nada me debes, ni te debo.
Pues ambos entregamos nuestras vidas
sin ponerle un porqué a los “te quiero”.
Que ilógico sería
pegarle una etiqueta a lo que siento.