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Carta a la soledad

Soledad como de piedra…

inerte y dura,

inexorable va petrificando el alma,

va asolando los sentimientos,

paralizando los latidos,

agudizando el alejamiento,

encaprichando a la distancia,

diluyendo los recuerdos…

y mitigando las tristezas.

 

Soledad como de lluvia…

que va derramando su nostalgia,

que va empapando de añoranzas,

mojándose de olvido…

y que pertinaz aumenta…

convirtiéndose en tormenta.

 

Soledad de vacíos abundantes…

repleta de penitencias,

completa de arrepentimientos,

que se va llenando de nada…

hartándose de remordimientos,

y ha caído en el abismo de la ausencia,

en un tenaz abandono que deprime…

y arremete con impertinencia necia.

 

Soledad como de hastío,

fría e intolerable como una trampa,

y helada como escarcha de impotencia,

aguda y punzante como el dolor,

indolente y violenta…

como la crueldad de esta verdad,

feroz como la incertidumbre del adiós.

 

Soledad vagabunda…

sin más ganas de caminar,

recostada en la pereza de volver a comenzar,

con la mirada perdida,

con los ojos moribundos,

sin brillo en las pupilas…

alejados de la luz.

 

Soledad como de muerte…

sin sonrisas…sin abrazos,

con lágrimas de cristal…

y suspiros de viento,

sin voces ni latidos del corazón,

ya sin emociones…ni pasión.

 

Soledad acompañante…

amiga inseparable…

Entrañable confidente…

mi melancolía y yo…te vamos a extrañar.