Esteban Mario Couceyro

Despedida.

Las llamas del hogar
iluminan leves a los amantes
que en silencio se abrazan
mientras la música apenas suena.

Una lágrima, una despedida
el desgarro del beso
esa duda de saber 
del incierto regreso.

Las manos que no se sueltan
las piernas se levantan
mirada contra mirada
y ese beso, que muere…

Un beso que ya muerto
cae infinito al abismo
del adiós…, de ese adiós
dado como un lamento.
……………….
Afuera en la oscuridad
una luciérnaga
con su misterio y esplendor 
ilumina a las almas que sollozan 
frente a su verde manto de amor. 

Del este, se esparce una brisa
mientras danzan las estrellas en armonía
deseando el milagro
en la esencia de esa noche.