Cada palabra tuya es acendrada.
Cada gesto es una señal anónima.
Tu forma de ser es innata, sin darte cuenta de tus desventajas.
No te lo había dicho, pero ciegamente me envuelves a tu lado.
Aunque me doy cuenta, no hago nada para evitarte.
Te convierto en la semilla de mi ser, sin pensar que tus raíces partirán esta carne.
Tú eres aquella flor que le da miedo marchitarse.
No te lo había dicho, pero no soy tu persona,
ni mucho menos la persona que deseas.
Malditamente ya no quiero estar así.
Ya no quiero ser tu soñador.
Ya no quiero creerte.
Tus palabras se vuelven impuras, y día a día me esclavizo a tus tontas mentiras.
No ocurre nada entre los dos.
El deseo y la esperanza es nula para los ojos confusos de la realidad.
El otro, que causa pavor, cuando se ha comprendido el verdadero amor.
No te lo había dicho, me da miedo perderte,
perderte y no volver a encontrarte.
El suspiro marca el inicio del fin, el prólogo de nuestra historia.
No me digas tus palabras, porque no sé que abismo o paraíso me llevas.
Idiota mente creamos una imagen de los dos;
sin saber que es un sueño;
al encomendarte a Dios;
sabiendo que no hay ningún hecho.
No te lo había dicho, pero he creído en tus falsas culpas,
solo para que me sigas queriendo.
No te lo había dicho, quiero que volvamos a ser desconocidos,
a ser personas sin compromisos.
No te lo había dicho, pero al final solo jugamos con uno mismo.
Si bien lo sabes, creemos en lo que nunca hemos dicho.
Aldayr Alonso