Un día, como aquel que ha de llegar. Nos sentaremos bajo el alero de la ventana con la pupila fija en el firmamento. Aquel instante, ese instante, que por serlo, es solo eso. Sin embargo, atesora uno a uno los pétalos del tiempo clavados en el alma.
Me pregunto ¿Si lo que vemos, es lo que vemos, o solo es espejismo de esa realidad inexistente?
Devolver las horas para hallar los sueños. Ya no. Yacen perdidas como la vieja muerte sentada en el andén de la casona. Como las tumbas vacías. Como el aroma de las flores que vuelan alto.
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Luz Marina Méndez Carrillo/15082021/ Derechos de autor reservados
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