Luis E. Calderon Romero

DIARIO DE UN ALCOHOLICO.

No sé si son los últimos

tragos de mi vida

no sé quién lo sabrá,

pero en mi vaso ,

lleno de bebida,

el dolor ya no está.

 

Intenté buscar

en todas partes

y anuncié sin pudor

que habia encontrado

a Dios,

 

como se gana

una meta volante

en el deporte

de cualquiera nación.

 

También

me las dí de poeta

pensando sin razon,

que pondria

a todo el mundo

en mi probeta

inventando el amor.

 

falsificando, ¡Ay pobre!

los deseos,

de ser mejor que yo

y proyectando

sobre mi falso mundo

una falsa visión.

 

Hace algún tiempo,

al iniciar mis tragos,

otra cosa era yo.

Mi caminar erecto

y mi mirada clara.

Hoy ando con bastón,

 

buscando en el,

 olor del aguardiente

esa triste ilusión

que nos hace mirar

toda  la gente

más abajo del yo.

 

Aun no me encuentro ebrio,

aun respiro

la congoja de ayer

que será en la mañana

un nuevo rito

de beber y beber.

 

Mi corazón  me dice

que si sigo,

en esta soledad,

será inexorable  mi destino:

Marchar siempre,

hacia atrás.