J.R.Infante

Tu que todo lo iluminas

Astro enigmático, ferviente esfera,
hiciste sonar la lira olvidada
de múltiples poetas. Adorada
fue tu imagen. ¿Y quién no te venera?

En  el amarillento suelo, en la era,
surge el grano y la paja. Descifrada
una página más, agua pasada,
de la pétrea historia verdadera.

Realizas el milagro —divino—
de cambiar el esperanzador verde
en crujiente ocre. Gotas de sudor

chorrean. Firme casco, corte fino,
gira al trote ligero; no se pierde
detalle, expectante desde su alcor.