Felicio Flores

Cerca de Dios

Estaba solo y hueco, como yo,
aquel pedazo de tronco seco.
Era madera muerta por dentro,
llena de hongos, tripas y sesos.

Tan solitario lo vi, que pareció
mirarme de vuelta con dolor
y preguntarme:

—¿He muerto?
¿Por qué no he visto a Dios?

La marcha fúnebre del viento,
el polvo del suelo levantaba,
y se acercaba la muerte, lento.
Solo con el tronco quedaba.

—¡Qué tronco tan estúpido eres!
Tienes la tierra, mas no raíces;
tienes el agua, mas no la bebes;
tienes el sol, y la sombra temes.

Volteé la cabeza hacia el río,
y la muerte esperando estaba,
tejiendo un manto de frío
para el espíritu y el alma.

Su mano acercó a la mía,
y el viento ya no lloró.
El tronco se desvanecía,
conmigo, a los pies de Dios.

—Felicio Flores.