Lo que no entendí antes,
no es que no lo entendiera
Es que no lo dejé ser como lo que era.
Como esa piel de naranja áspera.
Y las puntas abiertas de mi larga melena.
Los retoques mal logrados de un deja vú cualquiera.
Sí que lo dejé ser, florecer en la niebla pasajera
de una juventud estrambótica que luego cambia de acera.
Al final le haces la autopsia al espejo en el que te contemplas:
La celulitis es como esa biblia de milagros de madre
que deambula risueña en un vientre cortante.
Se han acumulado pieles convexas en los ángulos amargos !
Se han abotargado los trámites en los suplicios de la resiliencia!
Se han embalsamado letargos de muchas tetas!
Y a pasos de hormiga se hacen célebres las transiciones de la ciencia.
Lo que no entendí antes no es que no lo entendiera:
Fueron ladrillos anidados de almas en un purgatorio de espera.
Asiéndoseme a las uñas como sangre derretida en la penumbra.
Un dormir en el suelo sin colchón ni cama, ni luna ni teta.
Un reverberar en los atascos atómicos de la sutileza
que muere en las lenguas cobardes.
Un estrago que desayuna los desamparos de lágrimas negras.
Como huevos que se fríen en los fogones del eufemismo.
Lo que antes no entendía, ahora ya lo he visto.