Los años han pasado, serenos, lentamente;
mas veo que conservas el aura de bondad,
aquella que a tu imagen le daba la beldad
del ángel que posee, de Dios su luz ingente.
Lo mismo que una cinta, regresan a mi mente
los días de ese tiempo de nuestra tierna edad;
que igual que fresca rosa, con grácil majestad,
lucías tu sonrisa, graciosa y refulgente.
Inviernos y veranos cruzaron nuestras vidas
cubriendo tu figura de mágico esplendor;
haciendo que resalten tus dones de mujer.
Y lleno de nostalgias, que estaban ya dormidas,
mirando así de cerca, tu rayo de fulgor,
revivo los momentos de aquel glorioso ayer.
Autor: Aníbal Rodríguez