Laura Cabrera \"La dolida\"

Permiso, ya era hora.

De cuarenta a veinte la edad no importa si va o vuelve la vida

es igual de larga o corta, más el nacimiento haya en él

un inicio de amarga felicidad y en la muerte un discurso completo de 

gente a la que no le importas.

¿Qué si el ayer no te añade?, el problema sería que no te dejara,

puesto que en avaricia el tiempo siempre te come el alma.

 

Sintiéndose vacío el cántaro se llenó y chorreaba de tan

a tope que estaba; ¿Qué si hay un cuarenta  bajo la sombra

de un veinte?. 

 

Despacito se va cavando el ayer de un pechito, lleno de cachitos,

solito se va enterrando.

La vida de una distancia entre la propia razón y la ignorancia, 

a menos es lo que dice la gente, pero a nosotros no nos interesa

que tu tengas un cuarenta y yo tenga un veinte. 

 

!Ya era hora condenado calor¡, ya me hacia falta un rincón sudoroso

en el que me impregnarás de sus aromas rancios

como el de perfume de antaño.

 

Chiles que se cosechan y se dejan secar, a esos no les hace falta sabor 

la gloria les sobra, esos si saben de edad uno joven derrama color y uno viejo derrama sabor.

 

Cuidado, ya me voy quedando, con lo poquito de vida

que uno que yo quiero dicen me están quitando.

 

Yo le digo a la gente, esa que me quiere preguntar por 

que mi cariño no tiene un limite de edad

cuidado señora chismosa que usted fue calandria,

mejor deme permiso, ya era hora.