Diego Nicolás García Contreras

Primera carta af

Lunes 11 de Julio

A la luz de la noche te escribo, para desentrañarme siendo el archivo más grande y más vivo.

Te cuento que he sufrido, los pesares más leves y sin motivo, por una crisis de identidad que me tiene todas las noches en este ritmo, al sonido de este aullido, 

Que a veces se hace presente en las líneas que imprimo, en tu mente.

Fabiola, lo que debería hacer es comenzar por la mañana a primera hora y mandarte correspondencia. Pero lo no consigo. 

Mi ansiedad aflora a estas horas en que las gentes corrientes pierden sus suspiros...y yo los empiezo...

Quiero que sepas que no tengo nombre ni rostro, ni ya lágrimas de domingo, y que he dejado casi seco el origen de mi vertiente, mi raíz doliente.

Pero Dios me da siempre un inicio, una vuelta de reloj, un despliegue de pasión y ocurrencias de lo lindo, como un don que se transforma en prisión por no tener dirección.

 

Pero ya basta de lamentación.

Tu no me conoces, ni yo a tu isla cercana.

Porque no seré pesimista en cuanto al espacio,

Solo que el tiempo, pasa estremeciendo a mi alma, como una alarma que se desarma y sigue sonando.

 

Estoy al borde del silencio, y eso que abundan las voces.

Te quiero, te quiero lo eterno de cada momento, besar tu pelo sin verlos y tus hombros sonriendo. Recordando este momento, en el que te escribí por primera vez.

 

¿Quién eres que dejaste una estela pasando constantemente en mi estómago?

No te idealizo, pero te justifico, porque aunque no sé a lo que vengo tengo lo que pido, lo que merezco y no olvido nunca; el recuerdo de lo bonito, de sentirse querido. 

Tu, mujer mía, alma herida por el desamor y quién sabe por qué más.

Me diste una melodía, abriste de mi las ventanas, y entraste con suavidad y me invitaste a amar los días.