La contundencia patalea los cielos de aire
Tan arriba como puede, apuntando, hincando
Pinchando la fibra del globo terrenal
Siendo omnibus del hambre forjada
Por los banquetes catárticos.
La contundencia arrebata las rodillas
Como caja de herramientas que sustenta su coraje
Y escinde el menisco de piedra sigilosa
Que sobrevive al mudanal ruïdo y su desgaje.
Para los hombres y el miedo, que sus contundencias hablen!
Que salpiquen los horizontes bravíos, de peces alados
Como champiñones en bosques decadentes se alzen!
Se atrevan a tumbar los árboles
Para los que beben al final, la copa de su linaje
Y determinan sus visicitudes, manden
Sobre los muérdagos de una navidad anónima
Lleguen extraviados a las orillas de un otoñal adagio.
Séanse portales, alumbren sus canales de agua y cartílago
Escúchense en los dientes chinchineantes de dolor humano!
Y no, no se detengan, no se duden, no se justifiquen
En los pormenores de los días que no invitan sino a vivir.