Cuando caminas por la calle sin destino alguno ves a muchas personas, niños, adultos, abuelos, etc. Y todos son importantes, aunque tú te sientes un simple individuo que no sirve para nada porque detrás de ti existen miles de personas que ocuparían tu lugar, es tedioso tener esa idea y es muy triste saber que esa idea viene de un niño de 3 años, que no conoce absolutamente nada, no ha vivido, pero ya está harto de vivir. Iba con aquel niño pequeño, que se sentía acorralado al sentir la presencia de personas desconocidas, me agarró fuerte la mano y dijo: quiero irme.
Yo lo lleve lejos de la multitud y pude notar que su cabeza empezaba a salir de la enorme chompa que usaba, parecía un caparazón de tortuga por lo que me reí, en respuesta me miro con odio, me pregunto: ¿Por te ríes?, yo le dije que siempre quise tener una tortuga y no me fije que en ese preciso momento estaba llevando una. Es curioso saber que “yo” un supuesto “adulto”, vestía de colores, reía y bromeaba, mientras cargaba a un niño de 3 años, amargado y frustrado, que vivía en su mundo gris.
Estaba anocheciendo, él se encontraba medio dormido, lo cargué y lo lleve a su cama, le di un beso y empecé a hablar, estaba dormido así que fue el mejor momento para que su sub-consiente me escuchara.
Todas las personas perdemos algo, todos estamos heridos, rotos y hemos colapsado. Al ser simples individuos que tienen una marca dentro de ellos, sea de abuso, ausencia, perdida de un ser querido, sentimos miedo, miedo a volver a vivir; que esa “normalidad” que se adecuaba tanto a nosotros se fracture, la realidad se distorsione y el café nos sepa amargo, la vida es hermosa, aunque el mundo sea un lugar horrible, no puedo comprender tu dolor, lo has perdido todo, pero estoy aquí, un completo adulto que te protegerá y nadie volverá a lastimarte; ya verás, los primeros 15 años serán horribles porque ese dolor que llevas dentro te dolerá siempre, nadie volverá a tocarte y te amarán.
Cuando desperté no existía aquel niño, hasta respirar resulta complicado, mi corazón habia dejado de doler, mis palpitaciones sanaron y me sentía viva, tras meses de sentirme vacía y tener miedo, estaba completa. Aún no puedo salir a la calle sin cubrirme con tanta ropa que me asimile a una tortuga y no trato que me entiendan, ni comprendan, ya que el dolor fantasma que está en mí, me posee, aunque he empezado a lidiar con eso. Soy un individuo como cualquier otro que se fractura, que tiene huellas y a veces llora hasta quedarse dormido, que grita y cuando se asusta, corre porque debe asimilar lo que sucede. Sin embargo, si analizas por un ratito tu vida, a todas esas personas que les diste amor y te escupieron en la cara, por cada una de ellas, regresan dos personas excelentes, que debes cuidar, darles tiempo y amor; no sirve de nada que te encierres, porque muchas personas están pasando lo mismo que tú. Todos en el mundo debemos proteger a un niño de tres años que vive en nuestro interior; por otro lado, si nada te sale bien, recuerda existimos miles de individuos a los que tampoco nos va bien, talvez algún día, en algún lapso de tiempo, nos encontremos a tomar un café.